En Cuba, el mal trato que se les da a los presos, tanto comunes como políticos, es muy conocido dentro y fuera de la isla. Cuando caminaba –hace unos días- por la calle 70, (Calle Ancha), en el municipio artemiseño de San Antonio de los Baños, pude constatar de forma personal esta realidad.
Una reclusa iba conducida a pie, con una pierna enyesada, al parecer en dirección al hospital Iván Portuondo de este pueblo.
La interna iba vestida con uno de los uniformes que suelen usar, de color carmelita compuesto de blusa y short. Junto a ella otra presa uniformada de color azul, y las acompañaba una oficial del Ministerio del Interior (MININT).
La reclusa que tenía la pierna enyesada más arriba de la rodilla caminaba con mucha dificultad, apenas podía apoyar el pie y cojeaba. En el centro penal donde esta mujer se encuentra no tuvieron la más mínima preocupación por haberle buscado algún transporte para trasladarla sin que tuviera que ir a pie por toda la calle.
Es posible pensar que al tener la pierna con un yeso tan grande, había una fractura, por lo que no debía ir caminando, ni haciendo esfuerzos.
Algo se ha escrito sobre el trato en las prisiones cubanas, pero este hecho es una realidad tangible, es como si para el régimen al entrar en la cárcel dejaran de ser seres humanos. Pero si preocupante es este proceder hacia los reclusos, más aún lo es el hecho de que a ellos los invada una falta de ánimo que les permita defender su condición de personas y que se les trate como tal; porque aceptar estos abusos y malos tratos solo conlleva permitir al régimen la continuación de su insensibilidad humana.
El régimen olvida que los presos son ser seres humanos, pero hace, con sus sucios manejos, que los mismos reclusos –muchas veces- lo olviden también.
Artemisa, 1ro de febrero de 2015.