Mi mamá Caridad López Molina (53), el viernes 7 de marzo de 2014, producto a un ACE isquémico y pasible infarto celebrar, fue remitida del policlínico Lidia y Clodomira, en Regla hacia el hospital Miguel Enríquez.
Para el traslado los médicos llamaron al servicio de urgencias SIUM, específicamente a la base 104 y se demoraron cuatro horas y cinco minutos; vinieron después que volví a llamar y les dije que si se seguían demorando daría una protesta en la que me acompañarían opositores, porque soy una Comunicadora Comunitaria.
La doctora que nos recibió en el policlínico nos dijo que mi mamá debía al llegar al hospital e ingresar directamente en terapia intensiva; pero en el centro asistencial todo fue diferente.
El médico que la atendió -llamado Ariel- refirió que su criterio era que la paciente no estaba necesitada de ingresar en terapia y solo le mandó a hacer un TAC (Tomografía axial computarizada) sin prescribir ningún otro examen. No obstante la dejó en una sala porque los resultados de la investigación diagnosticaron Infarto cerebral e isquemia.
Mi madre muere cuatro días después, según el médico Jorge Chaviano, debido a una bronconeumonía bacteriana, la cual en ningún momento le fue diagnosticada ni atendida.
Su cuerpo fue trasladado hacia la funeraria de Regla, para su velatorio, y no se le pudo poner ni una corona, pues no había flores para confeccionarla. Para que ella tuviera alguna flor en su tumba, mis familiares viajaron fuera del municipio y consiguieron tres pequeños ramitos comprados a un florero particular a precios caros.
La Habana, 30 de marzo de 2014.