Dagoberto Valdés, director de la revista digital cubana Convivencia, pide a la UE que “no sortee” la Posición Común para llegar a un acuerdo bilateral con La Habana
Dagoberto Valdés (Pinar del Río, 1955) está considerado por diversos sectores como una posible “figura de consenso” en el futuro democrático de Cuba. Invitado por el Instituto Lech Walesa, acaba de asistir en Polonia a un seminario de intercambio de experiencias sobre la transición. El fundador de Convivencia dirigió durante trece años la revista “Vitral”, de la diócesis de Pinar del Río, hasta que fue “intervenida” en 2007. Valdés tuvo que compaginar la dirección de la entonces publicación crítica con la condena del régimen castrista a recoger yaguas (vaina de la hoja de palma real, utilizada para envolver tabaco). Ahora el “ciberdisidente” y otros colaboradores de Convivencia, creada en 2008, sufren la represalia de que “no nos dan trabajo”. Durante dieciséis años, este ingeniero agrónomo ocupó un frustrante “puesto ficticio” en la Empresa Tabacalera de Pinar del Río. Es la primera vez que sale de la isla desde 2005, cuando viajó al Vaticano como miembro del Pontificio Consejo Justicia y Paz. Dagoberto Valdés está convencido de que la Iglesia católica cubana “está llamada a jugar un papel muy importante en los próximos años”.
-¿Coincide con algunos opositores cuando afirman que el acuerdo bilateral con Cuba busca sortear la Posición Común de la Unión Europea?
-La Unión Europea está dando los primeros pasos para un acuerdo de cooperación con Cuba en el que quisiéramos que se mantuviera la Posición Común, que pone la cuestión de los derechos humanos en cualquier mesa de negociaciones. Si la UE deja la Posición Común, a lo que parece decidida, confío en que no la sortee. Para evitar que se sortee proponemos crear un grupo de consultores de la sociedad civil que evalúe la situación política, económica, social y de derechos humanos en Cuba, y que la UE se base en ese informe para implementar la Posición Común. Debemos pasar de la denuncia de la posibilidad de sortear la Posición Común o de dejarla en letra muerta a la propuesta; y la propuesta es dar voz a la sociedad civil en ese itinerario de negociación, que la UE no solo escuche al gobierno cubano.
-¿Cuál es la situación en Cuba después de 54 años de dictadura, en un momento en que bastantes disidentes han podido salir del país con la nueva política migratoria?
-Cuba atraviesa una crisis total agravada tras la muerte de Hugo Chávez y la inestabilidad en Venezuela. En el interior, no por voluntad política sino por necesidad política, el gobierno intenta hacer cambios periféricos, como la nueva ley migratoria, que no tocan todavía la esencia del sistema. No obstante, como el sistema totalitario es irreformable, porque cuando comienza a reformarse se le va de las manos el poder, entonces creo que estamos avanzando hacia un proceso de cambio inevitable. Al mismo tiempo, el fortalecimiento y la articulación de la sociedad civil han abierto una nueva etapa en la correlación de fuerzas respecto al gobierno. En los últimos catorce meses, los grupos opositores han entrado en un proceso de unidad en la diversidad, como la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) con José Daniel Ferrer como líder, Félix Navarro, Guillermo Fariñas…. Pero también está ocurriendo a nivel provincial. En Pinar del Río, por ejemplo, todos los grupos se han unido en la Alianza Democrática Pinareña, que apoya a la Unpacu. Se relacionan en la diversidad, esto es un cambio cualitativo en la sociedad civil.
-¿Ha cambiado también la represión con quienes disienten?
-La represión se mantiene pero ha cambiado desde 2003, la última vez que hubo altas condenas para un gran grupo de opositores. Con la presión de las Damas de Blanco y otros grupos de la sociedad civil, la huelga de hambre de Guillermo Fariñas, el gobierno ha tenido que cambiar su estrategia. De las condenas a muchos años ha pasado a una represión más horizontal y abarcadora, porque ahora son más los opositores y las personas inconformes que pierden el miedo, que son condenadas a un tiempo menor.
-¿La sociedad civil ya no es incipiente?
-Ya no es incipiente sino creciente y está suficientemente articulada en unos valores comunes mínimos, para dejar aparcados las circunstancias y los detalles que nos separan hasta el momento en que llegue el Parlamento y la democracia.
-Hace cinco años, en una entrevista con ABC, usted señaló que “el pueblo necesita libertad, democracia e iniciativa privada”. ¿Se ha logrado al menos lo último?
-Los cubanos desgraciadamente todavía no tenemos una reforma económica que reconozca y proteja jurídicamente la iniciativa empresarial. El trabajo por cuenta propia es una lista de “oficios medievales”. Esto no toca para nada a las grandes empresas que deciden la economía cubana, todavía en manos del Estado. Casi siete años después del cambio de Fidel a Raúl Castro en el gobierno, la economía, más que progresar, ha empeorado. La reforma era aprovechar ese carácter emprendedor de los cubanos para poner en sus manos la economía nacional
-¿El régimen cubano se está preparando para cuando Venezuela deje de ayudarlo?
-Lamentablemente la economía depende de la situación de Venezuela porque este país es hoy la nueva Unión Soviética para Cuba. Y esto debería servir de lección para no volver a caer en el error de colocar la economía nacional en manos de un solo país o bloque. La estabilidad política y económica de Venezuela tiene una influencia determinante en el presente y futuro de Cuba. El gobierno cubano no se está preparando con la urgencia y las decisiones políticas sustanciales que debería tomar: una reforma económica estructural que reconociera la propiedad privada, la libertad de empresa y la inversión extranjera con participación de los cubanos del exilio. Debe ir acompañada de una reforma política estructural con pluralismo político, democracia y Estado de Derecho, y de una reforma de los medios de comunicación, en la cual haya libertad de expresión, libertad de prensa y libre competencia de órganos de expresión de diferentes orientaciones.
-¿Qué le parece que EE.UU. y Cuba reanuden las conversaciones migratorias el 17 de julio, después de dos años de estancamiento?
-Demuestra la urgencia y la necesidad del gobierno cubano de establecer relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea como interlocutores alternativos para su economía, al tener la incertidumbre sobre el futuro de Venezuela.
-¿Cuál debería ser el papel de la Iglesia católica cubana en la transición democrática?
-Es la única institución que durante 54 años se ha mantenido independiente del gobierno comunista. Ha tenido y tiene un papel de educación ética y moral para la reconstrucción de la persona humana, lo que el Papa Pablo VI llamaba “suplemento de alma”, el único capaz de curar el daño antropológico que ha provocado el Estado totalitario. La Iglesia católica cubana está llamada a jugar un papel muy importante en los próximos años. Un papel de tipo espiritual y moral; de mediación para la solución pacífica de los conflictos, y de aliento para la reconstrucción del país.
-¿Qué características deberían tener los políticos en la transición y futuro democrático de Cuba?
-El futuro de Cuba depende de que los políticos tengan cuatro características fundamentales: que sean incluyentes y no sectarios; positivos y no se queden solo en la denuncia; respeten las instituciones democráticas del Estado de Derecho, porque sin instituciones no hay país, y que sean personas honestas y no caigan en la corrupción.