Para el régimen, cualquier cosa -por mínima que sea- que implique libertad de expresión, es reprimida, incluyendo los carteles que algunos disidentes colocan en las fachadas de sus casas, referidos a las violaciones de sus derechos.
Con el fin de que no se puedan leer, lo que hacen es echar chapapote o cualquier tipo de pintura que los tape, no importa de qué forma afeen el entorno, ni tampoco si durante el proceso se manchan las aceras y las calles.
Este fue el caso de carteles colocados por los moradores de la calle Cruz Verde No. 11 entre Máximo Gómez y Corral Falso en Guanabacoa; estos disidentes ya salieron del país rumbo a Estados Unidos por el Programa de Refugiados Políticos, pero aún se mantiene la fachada pintada con sus reclamos.
Mientras vivieron ahí, los mítines de repudio se sucedían uno tras el otro, el despliegue policial, junto con las Brigadas de Respuesta Rápida, orquestadas por la Seguridad del Estado, quienes los golpearon y arrastraron innumerables veces, con amenazas de que si volvían a pintar los carteles les iría peor.
Esta familia abandonó el país hace más de 6 meses y se mantienen los carteles en la fachada de la casa, ya a las autoridades que los reprimían no les interesan, porque el inmueble se encuentra vacío. Ello indica que la gran preocupación de los que detentan el poder, no eran los carteles, sino el contacto con la población de los que reclamaban los derechos humanos.
La Habana, 8 de marzo de 2015.
