Hace muchos años se ha anunciado que la libreta de racionamiento está destinada a desaparecer, quizás sea por eso que el Estado no se preocupa de dar mantenimiento a los establecimientos que venden los productos por esta cartilla; conocidos por el pueblo como bodegas, aunque puede ser parte del mal nacional de no arreglar nada. Esto recuerda al marido que se ve engañado -cuando llega a la casa- y bota el sofá, porque prefiere quedarse con el problema.
En el municipio de San Antonio de los Baños, dada la forma en que han dejado echarse a perder las construcciones, cada vez hay una bodega menos, debido a los derrumbes por el mal estado en que se encuentran algunas de ellas.
Ya hay otro de estos centros comerciales con el que no se puede contar, se trata del conocido como: “La Punta de Rosa”, que se encuentra en la parte del pueblo que lleva este mismo nombre.
Esta bodega contaba con un local bastante amplio, que hacía esquina, pero que era muy visible que estaba en pésimas condiciones, que se consideraban peligrosas, tanto para los que trabajaban en el establecimiento, como para los vecinos que eran consumidores del mismo.
El final era bien conocido de todos, terminó derrumbándose, quedando tan solo sus paredes, pues el techo era de madera y tejas, tenía orígenes en los tiempos coloniales del pueblo y por supuesto no era en esa época una bodega, pero sí una de las tabernas que existían y se conocía con el nombre de “Taberna de la Punta de Rosa”.
Los que vivieron esa época explican que tenía un árbol de ceiba y también un pozo en lo que era el patio de la taberna; en algunos casos estas cantinas fueron responsables de la formación de algunos pequeños caseríos a su alrededor y a veces asentamientos, que con el tiempo fueron grandes poblaciones; es por eso que hubiera un árbol de ceiba y un pozo era algo característico de este tipo de comercio.
Convertida primero en una tienda del pueblo como se conocía a estos establecimientos, estuvo funcionando como tal muchos años, hasta que se tornó en bodega, para lo cual duró mucho tiempo más.
El hecho de que se dejara deteriorar, sin que nadie se ocupara de ello, ni tan siquiera que reparara el viejo techo para evitar su derrumbe, da un toque de lo que sucede a nivel social en todo el municipio, se dejan abandonar las cosas hasta que se convierten en ruinas de una construcción.
Es muy probable que muchas de las personas que iban allí a comprar sus productos de la canasta básica, desconocieran lo que había sido esta bodega antiguamente, que fue incluso de las primeras construcciones que existieron en los tiempos en que se comenzaba a formar el pueblo como tal. Para ellos –quizás- solo era una vieja bodega y nada más porque de una generación a otra se sigue olvidando la historia local, igual que se pierden las construcciones.
Al pasar por lo que fue el comercio, se ven sus viejas paredes de piedra de canto y lo que queda de las puertas de madera, pero para los ariguanabenses que hoy son niños, ni siquiera quedará el recuerdo de que allí sus padres y abuelos compraban los productos de lo que fue la libreta de abastecimientos, en tiempos bien difíciles, que quizás, si se logra la democracia ellos no tendrán que vivir.
Artemisa, agosto de 2016