Durante más de 50 años el régimen ha dicho que la isla es una potencia mundial en materia de educación pública. Si esta propaganda mediática fuese cierta, entonces el pueblo cubano disfrutaría de elevados niveles de educación formal y sería uno de los más cultos del mundo. Pero la realidad con respecto a los conceptos antes mencionados es muy lamentable.
En la población cubana se aprecia un bajo nivel cultural y se constata –obviamente- al escuchar hablar a los nacionales en sus conversaciones, una falta de conocimientos hasta de los temas más sencillos y cotidianos.
Géneros vulgares imperan en el gusto juvenil popular, con respecto a la música y audiovisuales, como el Reggaetón y la Timba. También se prefieren programas televisivos que nada aportan al intelecto, el humor negro y las películas de violencia de Hollywood, que sacan a las personas de la constante propaganda política que los envuelve.
El pueblo cubano –de forma general- hace un rechazo casi total a manifestaciones artísticas como el ballet, la ópera, el teatro, la música clásica, la pintura y la escultura.
En la población de la Isla domina la mala educación, así como una significativa falta de valores éticos. Saludos como buenos días y otros de buen gusto –prácticamente- han desaparecidos del día a día de los nacionales.
De igual forma, en el uso del lenguaje están presentes las palabras obscenas, tanto dentro de las viviendas como en la calle, acompañado de un hablar en voz alta, que se identifica con edades entre los 14 y los 55 años. La juventud cubana es mal educada, de forma general es grosera.
La comunicación entre cubanos es disfuncional, pues cuando más de una persona debate sobre cualquier tema, da la impresión que se está en presencia de una reyerta.
En estos momentos, son pocas las personas que ponen en práctica la educación formal, que prefieren estar bien informados, que cultivan sus conocimientos y les gusta disfrutar de las artes y la cultura.
Tantos años acumulando un pésimo sistema educacional ha traído como consecuencias tan lamentable situación. Sin embargo, también se ha perdido la eficacia que hasta hace dos generaciones tenía para convertirse en un instrumento de adoctrinamiento político y utilizarse como campaña mediática a favor del régimen, que consideraba la educación como una de las coronas de la “Revolución”.
Para que esta triste realidad que vive la nación cubana sea cambiada el actual sistema educacional debe ser desmontado completamente, incluyendo la bibliografía que se utiliza, y en particular la
historia de Cuba. Además debe darse la oportunidad a los padres de escoger el tipo de educación que quieren para sus hijos, dependiendo de los valores que estimen necesarios para su desarrollo moral.
Santa Clara, Villa Clara, 26 de noviembre de 2013.