La detención arbitraria ocurrida el 17 de agosto contra el señor Josvany Sepúlveda Martínez, es un caso más de los secuestros policiales del régimen de los Castros.
Sepúlveda se encuentra detenido en la tenebrosa tercera Unidad de la policía, ubicada en la carretera Central oeste, en esta ciudad cabecera. Los padres del detenido manifestaron su preocupación, por la salud de su hijo, “esta plantado, no ha injerido alimentos desde que lo detuvieron, hace ya ocho días”, afirmo angustiada e indignada su mamá. Agregaron así mismo, que el psiquiatra recomendó su ingreso en la Sala I del Hospital Psiquiátrico, dicho autorizo debe hacerlo el Jefe de Prisiones y dada la demora en el traslado, responsabilizan a las autoridades, por lo que pueda sucederle a su hijo.
El motivo de la detención de Sepúlveda, es un presunto estado de peligrosidad, según consta en la causa No. 9067 de 2016. El estado peligroso es una medida de seguridad pre delictiva, aplicable en Cuba a personas que concurren en índices de peligrosidad como la conducta antisocial, narcomanía, etc., no está tipificado como delito en el Código Penal cubano, por lo que no puede contratar los servicios de un abogado hasta el día del juicio oral, lo que lo deja en un estado de indefensión y desventaja frente a la fiscalía; de hecho está considerado por las actuales corrientes teóricas del Derecho Penal como una aberración jurídica, disonante con el artículo 9 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que plantea “Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”.
Sin lugar a dudas, estamos ante un hecho que evidencia el desamparo legal de nuestros ciudadanos, frente al aparato represivo del Estado y sus instituciones de justicia. El régimen totalitario de los Castros, ha fomentado una opositofobia, una discriminación total, hacia los que con pensamiento propio se oponen al poder absoluto. Esto se manifiesta de diversas formas, una de estas es negarles el acceso al trabajo en el sector estatal a los que disienten abiertamente. Estos deben de ingeniárselas y probar suerte en el sector privado o “por cuenta propia”, como gustan llamar la prensa de acá, a esta nueva e imperfecta modalidad en Cuba. Empero, aun así, corren el riesgo de ser acosado por los cuerpos de inspección corroídos por la corrupción y permeados por la política del partido y los órganos de seguridad, de entrometerse en todos los estamentos de la administración pública e influenciar una conducta de acoso, contra los marcados como opositores al régimen.
Josvany no tiene vínculo laboral, no le trabaja al Estado por un mísero salario. El vende ropas y calzados importados que entran al país de forma legal con el respectivo impuesto aduanero. Sepúlveda se dedica en el céntrico bulevar de República y Maceo, a vender estos y el Gobierno no otorga patentes para este tipo de actividad para evitar la competencia con las tiendas estatales. Él es consciente de esto por lo que estamos en presencia de una desobediencia civil, no de un acto de peligrosidad social. Sepúlveda no tiene antecedentes penales y no se comporta de manera violenta, entonces ¿Por qué es peligroso?, según argumentan las autoridades. En la calle Maceo la policía ha usado contra él la violencia, golpeándolo y usando técnicas de estrangulamiento ¿no es eso peligroso?
Esta es una realidad en la Cuba de hoy, en la Cuba de hace ya casi 60 años, debes ser un adicto al betún de la bota Castro comunista, un ignorante manipulable o un astuto simulador camaleónico, para pasar desapercibido al ojo vigilante del “gran hermano”, sumarte al coro de genuflexos y ser un “compañero” mas. Todo esto para no ser triturado por la maquinaria represiva del Estado policial. Por otra parte, aquellos que consideran que la libertad es tan importante como el oxígeno y la justicia y la igualdad tan importante como el pan, que no se alinean con la “(in)moral socialista”, son considerados por el Estado como ciudadanos de una casta inferior, una variedad tropical de intocables, con ayuda de la prensa oficial en su despreciable rol de esbirros de la pluma, no son el cuarto poder, son parte del poder único.
Visto de esta forma es fácil traducir el lenguaje cínico del gobierno cubano y sus acomodados funcionarios, cuando afirman, que “en Cuba se garantizan todos los derechos y garantías fundamentales”. Pregúntenles a los padres de Josvany a ver que responden.
Camagüey.