El 20 de Mayo de 1902 la República de Cuba fue reconocida por la comunidad internacional como una nación independiente cuando aún se encontraba en gestación, sin el tiempo requerido ni la madurez suficiente para el parto, pero poseedora de su cultura,su nacionalidad, sus recién estrenadas estructuras de poder, sus líderes y sus ataduras; unas propias, otras dejadas por la “madre Patria” y otras, las nacientes “por razones de seguridad” impuestas por la Enmienda Platt por “el vecino de enfrente” Cuba fue el último país de América Latina que entró al colectivo de naciones independientes, tras largos años de lucha contra España, que empobrecida y decadente en los años finales de la contienda, se empecinaba a toda costa en mantener su poder “en la siempre fiel isla de Cuba hasta el último soldado y la última peseta”.
Con la instauración de la República se abrió una nueva etapa en la historia de Cuba. Ese día, Máximo Gómez, el Generalísimo, el hombre de las mil batallas, izaba la bandera nacional en sustitución de la de Estados Unidos y señalaba: ¡Al fin hemos llegado!
Se equivocaba.
Nacía una República que había sido gestada en la lucha insurrecta y en las tertulias literarias, tanto en el exilio como en la manigua; que reconocía la cultura forjada por José María Heredia y por Plácido, el mulato liberto poeta; respetaba la identidad que habían perfilado Felix Varela, José Antonio Saco y José de la Luz y Caballero; las enseñanzas del Seminario San Carlos y la Sociedad Económica de Amigos del País; la nación que proclamaran Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, que organizara JoséMartí “para la guerra necesaria” y que lograran en la manigua al filo del machete Máximo Gómez y Antonio Maceo.
La nueva nación surgió hace 115 años, a pesar de las insuficiencias, errores y males que la misma tuvo, y que son frecuentemente minimizados y olvidados por unos y exagerados y multiplicados por otros. Las condiciones socioeconómicas de este nacimiento eran deplorables, aunque algunas de las mismas -educación y alfabetización, salud pública, vías y carreteras y nuevos empleos- habían mejorado ostensiblemente durante la ocupación estadounidense entre 1899 y 1902.
La nación logró una mezcla de esfuerzos institucionales para crear una democracia, los que fueron interrumpidos por reiterados períodos de gobiernos dictatoriales y autoritarios, pero la República se fue estableciendo, lentamente, sobre bases sólidas hacia un estado moderno. Fue el camino hacia una mayoría de edad, que ha quedado trunca.
Mucho se ha dicho sobre lo mal hecho en la República, antes de 1959, por gobernantes y dictadores, de golpes de Estado e intervenciones estadounidenses, de revoluciones de pacotilla o logradas, de los conceptos filósoficos impuestos por España, Estados Unidos y la ex Unión Soviética. Es la historia a medias. Es la historia contada por el poder, por la clase dominante. Es el show de los dimes y diretes, de las veleidades políticas, mientras el verdadero hacedor de la historia, el pueblo, que es quien hace la historia, apenas se menciona lo mucho y bueno que ha realizado y padecido en estos 115 años de nación.
En la actualidad preguntar a un estudiante cubano de secundaria o preuniversitario lo que significa la celebración del 20 de Mayo, se obtendría como respuesta la repetición de frases incoherentes como “es culpa del bloqueo” o que “Estados Unidos se quiere apoderar de la isla” y el total desconocimiento del concepto de república.
Es el desconocimiento de la historia real y verdadera, de la cual todos los cubanos formamos parte como nación y que la dictadura castrista pretende ignorar.
Nada es perfecto en este mundo, pero la historia de una nación es parte de la formación de la misma.
El torbellino revolucionario verde olivo arrasó con la historia de Cuba. De pronto, una República de 57 años era execrable. El 20 de Mayo fue eliminado como fecha de instauración de la República y se impuso el 26 de Julio, fecha del artero y sangriento ataque al cuartel Moncada.
El Castrismo es la reafirmación de los más graves defectos autóctonos. Se nos impuso, con arrogante soberbia, la autoafirmación frente al imaginario enemigo extranjero, ha sido la destrucción física y la degradación y el envilecimiento del pueblo cubano.
Las Repúblicas no se improvisan, ni se establecen por decretos, ni por líderes carismáticos o revoluciones a la fuerza. República es el pueblo todo, sin discriminaciones políticas, religiosas, étnicas, económicas, sociales y conceptuales, decidido a lograr con su propio esfuerzos y medios, el desarrollo, la madurez y la identidad como nación para todos sus hijos.