A partir del día 13 de agosto se inició en todo el país las asambleas organizadas y dirigidas por el Partido Único para discutir y aprobar el proyecto de Reforma Constitucional, que deberá sustituir la puesta en vigor en 1976, reformada en 1992 y que solo consolidaron el objetivo propuesto por la élite gobernante, el de proclamar como irreversible e irrevocable el Sistema Socialista.
El dictador ya difunto, Fidel Castro Rúz, el cual prometió restablecer en todas sus partes la Constitución de 1940, la mutiló y aniquiló después . En su lugar implantó arbitrariamente una llamada ley fundamental que modificó a capricho para ir sentando progresivamente las bases de su sistema totalitario.
Más de medio siglo de subyugación, miseria y sufrimiento. Aprovechándose del vacío de poder y del estado reinante de epilepsia social, atizado por la mentira demagógica y el terror difuso, cruzó la legitimidad prometida y estableció como ley suprema del país el paredón de su horrenda tiranía. Esta malvada usurpación no fue solamente una transgresión del orden jurídico-constitucional como las que Cuba había padecido en el pasado. Fue un huracán marxista –leninista de violencia y de odio que arrasó la república, destruyó sus instituciones y rompió el hilo de sus costumbres y tradiciones.
Hablar durante todos estos años, en medio de una cruel y sangrienta dictadura totalitaria, de restaurar la Constitución de 1940, constituía sin lugar a dudas un paso hacia las ergástulas mazmorras del régimen.
¿Por qué yo sigo apostando por aquella Carta Magna, adaptada a las nuevas realidades que vive el mundo y no por ese engendro de proyecto de Reforma que nos quieren imponer?
La Constitución de 1940, escrita, discutida y aprobada sin presiones de ninguna clase ni intervenciones de poderes extranjeros, fue obra de todos los partidos políticos de aquella época, de todas las asociaciones, grupos y sociedades que informaron en las comisiones, y de los hombres más capaces de entonces.
Políticamente, la Constitución de 1940 declara que nuestra República es un Estado Independiente y Soberano, organizado unitaria y democráticamente para el disfrute de la libertad, la justicia social, el bienestar individual y la solidaridad humana.
Conteniendo la estructura del régimen parlamentario regulado, el presidente era poder moderador y debía gobernar a través de gabinetes presididos por un Primer Ministro, responsable ante el Congreso de su política y de la su gabinete.
El mandato presidencial duraba 4 años y no existía reelección, sino pasados 8 años. El poder legislativo estaba compuesto de dos cuerpos. Cámara y Senado.
En materia de derechos individuales, la Ley fundamental destruida por el Castro-Comunismo, reconocía los principios más adelantados. Todos los cubanos eran iguales ante la ley, la República no reconocía fueros ni privilegios.
Las leyes no tenían efectos retroactivos, estaba prohibida la confiscación, y no se podía expropiar a nadie sino por causa de utilidad pública.
[Continuará]
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