En las asambleas que tienen lugar en los centros de trabajo, de estudios, en las unidades militares y del Ministerio del Interior, los dúos que tienen a cargo la preparación y dirección de las mismas, y que han sido preparados y formados por el Partido Comunista se han dado a la tarea de encausar los debates hacia los aspectos menos escabrosos y esenciales, evadiendo inteligentemente aquellos puntos, que en realidad pueden caracterizar la Cuba del futuro.
El monopartidismo frente al pluralismo político, la Democracia Representativa frente a la dictadura totalitaria, la excesiva centralización estatizada de la economía, y el ataque a la propiedad privada, que significa en definitiva una agresión a la libertad individual. La verdadera esencia del Estado de Derecho, el imperio de la ley, la voluntad del pueblo expresadas en las urnas para la elección del presidente y los miembros de la Asamblea Nacional. Asegurar la no relección indefinida de estos cargos. Estos puntos son los que merecían ocupar la atención de los participantes en estas discusiones.
Pero la atención de los asambleístas se desvío en muchos de éstos eventos hacia cuestiones, que no dejan de ser importantes, pero que no resultan imprescindibles en estos momentos en que se discute la ley fundamental de la República, que debe señalar los derroteros futuros de la nación.
El dúo condujo en muchas de estas reuniones, a que se le dedicara más tiempo al artículo referido al matrimonio, que el dedicado a la libertad de expresión, y a las garantías constitucionales que deben amparar al ciudadano. Por eso auguramos que este proceso no cumplirá su cometido y que final será un documento de los muchos que se han elaborado y aprobado en más de medio siglo de existencia del régimen totalitario.
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